No creo que muchas
personas lleguen a leer esto, pero la que lo haga este texto solo trata de hacerte
pensar y concienciarte sobre la verdadera realidad, pero nunca dejara de ser una opinión
personal.
Me avergüenzo de mi especie,
y con ello no me refiero a mi color de piel o mi nacionalidad, si no al
significado general de humano.
Vivimos en un mundo en
donde vale más el dinero que la vida de una persona, donde vale más la moda que
la extinción de una raza, donde vale más la producción que la propia
naturaleza. Seguimos adelante arrasando todo a nuestro paso sin pararnos a
pensar que según hacemos esto solo nos vamos destruyendo a nosotros mismo,
vivimos en un mundo en donde lo primordial es seguir adelante y salir a flote
sin importarnos a cuantos hundamos en el camino y nadamos hacia una falsa
superficie de materialismo con los ojos vendados para no ver a aquellos que
necesitan de nuestra ayuda, con los oídos tapados para no escuchar sus gritos
de dolor, con la única esperanza de enriquecernos a base de empobrecer a cientos
más.
En la escuela desde
pequeños nos enseñan a vivir con el resto, a socializarlos, a hacer amigos,
pero a la mínima, ya no hacen luchar los unos con los otros, y después de decirnos
que todos somos iguales nos empiezan a comparar con los que “son mejores que
nosotros” cuando el hecho es que cada individuo en este planeta es UNICO, que
nacemos siendo únicos y que por mucho que queramos jamás conseguiremos ser una
copia de otra persona, pero hoy en día la gente tiene la falsa idea que el
hecho se ser único, ser especial en uno mismo y no querer ser una absurda
copia, es algo malo algo raro, que la verdadera originalidad reside en el hecho
de seguir unas tendencias impuestas por el capitalismo y cuyo único objetivo es
el de enriquecer a unos pocos, y sinceramente no sé qué le ven de bonito a cosas que son
parecidas unas a otras, acaso no resalta más un barco entre el mar, acaso no
resalta más una nube en el cielo o una estrella en la oscuridad del
universo, acaso no es mejor brillar por
lo que te hace ser especial que apagarte por el simple hecho de que el resto lo
haga, pero por desgracia hoy en día ser uno mismo es algo malo, algo por lo que
acosan, por lo que te insultan o incluso por lo que llegan a despreciarte.
Me da vergüenza pertenecer
a la única especie que tiene armas para destruirlo todo, una especie que lucha
con ella misma, una especie capaz de generar una guerra con una sola palabra de
un mandamás, de aniquilar a una nación entera con pulsar un botón, una especie
que a su paso solo genera sufrimiento con escusas de falsa paz, que solo
genera destrucción con la excusa del
avance, una especie que mata con la excusa de que el otro empezó primero, una
especie que de estar en su mano lo destruiría todo, incluida ella misma por ser
mejor que otro ejemplar de su propia especie.
Vivimos en grandes
sociedades lideradas por personas que en su mayoría reciben más poder del que deberían
tener, grandes multitudes manipuladas por los medios, engalladas de la
realidad, vivimos con una venda que por desgracia nos ponemos voluntariamente,
vivimos con agrado en la ignorancia siempre que encima de nuestras mesas haya
algo para comer, y lo mejor es que aun viviendo en la ignorancia y con dicha
venda, nada nos dice que vamos a tener algo para comer, y si por un casual
acabamos en la más absoluta pobreza tenemos la falsa idea de que esas personas
llegaron ahí por propia voluntad y que ya por el único motivo que no tener
nada, nosotros somos mejor que ellos, y solo nos dedicamos a tratarlos como
despojos, y a complicarles la vida, más aun de lo que ya la vida se lo pone.
Hoy en día el significado de humano es tener propiedades, dinero, familia… de
lo contrario solo eres una basura, tenemos el absurdo ideal de que ser pobre es ser una mierda.
Lo más gracioso de todo
es que las personas más cueles son aquellas que deberían de ser las más
inocentes, son aquellas que deberías ser las más puras, son aquellas que deberías
de ser el futuro, LOS NIÑOS, corrompidos por una sociedad, ellos casi incapaces
de ocultar la verdad, o lo que ellos creen que es la verdad, casi incapaces de
guardarse sus palabras y mostrar lo que la sociedad considerar diferente, hace
a esos pequeños las cosas más crueles de este mundo, capaces de crearse traumas
tan profundos entre ellos que pueden perdurar hasta la madurez o incluso hasta
la adolescencia donde después de sufrir incontables años de insultos, golpes y
acoso puede desembocar en muchos casos en el suicidio.
Tenemos que empezar a valorar mas a las personas, a valorar mas los sentimientos y a cuidar a aquellas cosas que nos cuidan, de lo contrario me temo que no tardando mucho deberías de sustituir el termino de humanos, por el termino de maquinas, por que a este paso no falta mucho para que el avance sea un fin que justifique los medios necesarios para avanzar.
De una u
otra manera por mucho que intentemos recapacitar sobre esto la raza
humana siempre justificara la fuerza como un medio razonable de obtener las
cosas, como un medio de cambiar hacer cambiar los ideales de otras personas,
por mucho que lo intentemos nuestro conceptos siempre serán los verdaderos, nuestras creencias
siempre serán las correctas y nuestras acciones siempre serán las buenas, nunca nos equivocaremos pues
los errores, siempre son del resto. Por mucho que lo intentemos siempre
criticaremos a otros por acciones que nosotros mismo hacemos, siempre
acusaremos antes incluso de conocer la verdad, y siempre que podamos acudiremos
a a debilidad más profunda de nuestros enemigos para derribaros sin
importar lo que caiga con ellos o cuando daños colaterales provoque, de una manera u otra el significado de humano lleva consigo
el significado de imperfecto, si fuéramos perfectos nos daríamos cuenta de que
las maquinas no tiene sentimientos, y entonces nos gustaría ser humanos, porque
si algo tiene el ser humano es que quiere todo aquello que no tiene, y no
quiere todo aquello cuanto tiene, y en el momento que perdemos lo que tenemos
para conseguir lo que queremos, nos damos cuenta que lo que realmente queríamos era
lo que teníamos y no lo que queríamos, y en ese punto nos damos cuenta de que
no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos o mejor dicho siempre supimos
lo que teníamos pero nunca creíamos que pudiéramos llegar a perderlo.
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